Monday, July 15, 2013

Sin un acuerdo de paz, imposible bajar la violencia: Blackwell

El secretario de Seguridad Multidimensional de la OEA, canadianse Adam Blackwell.
La Prensa
Al cierre de su visita a Honduras, el secretario de Seguridad Multidimensional de la Organización de Estados Americanos (OEA), Adam Blackwell, dio a conocer en exclusiva para LA TRIBUNA los avances del proceso de pacificación de las pandillas con la sociedad hondureña.
La labor es titánica y sumamente riesgosa porque no se puede predecir los resultados del equipo de trabajo, que conjuntamente realizan con monseñor Rómulo Emiliani, un auténtico constructor de la paz.
Que la sociedad hondureña cambie de conducta violenta depende en gran parte de ir a las raíces que la originan y, aunque rescatar la institucionalidad del país es un componente importante, de nada servirá si no hay acuerdo de paz entre las pandillas y la sociedad, inmersas en una guerra que ya ha aportado demasiados muertos.
–¿Cuál es la razón de su visita a Honduras?
Para dar seguimiento a este proceso de pacificación con la mara y juntar mi trabajo con la Comisión de Reforma a la Seguridad Pública, de la cual soy miembro. Visité San Pedro Sula, conversé largo con monseñor Rómulo Emiliani y otros posibles socios en este proyecto de paz y creo que la próxima fase será formar un pequeño comité para ayudarnos a manejar este largo proceso de pacificación y que, para asegurar la sostenibilidad hay que incluir a toda la sociedad.
–¿Cómo está ese proceso de pacificación entre pandillas?
Todavía estamos en un proceso de explorar las posibilidades que hay sobre esto.
–¿Cómo sería ese comité, integrados por quiénes?
Sería un pequeño comité técnico de seguimiento. Es el modelo que hemos utilizado en otros lugares; es una forma de involucrar a más personas de un grupo multisectorial. La idea es tener al representante de la OEA, a monseñor Emiliani, empresa privada, sociedad civil, ONGs y un enlace con el gobierno.
–¿Se firmó un acuerdo o no entre las pandillas? Hay confusión sobre si había pacto o no entre ellas, o si había tregua o no.
No hay una tregua. Hay que borrar esta palabra por siempre del léxico de esto. Trabajamos en un proceso de pacificación y el primer paso, en un proceso de mediación de conflictos es hablar con los combatientes, sea en Siria, en Colombia o en Honduras, hay que hablar, dialogar y crear la confianza con ellos.
–¿Es productivo ese diálogo?
Estamos hablando con ellos y hablar ya por sí mismo es un logro importante. Estamos en esta fase de hablar con ellos, pero lo que la Mara Salvatrucha y la “Mara 18”  han declarado frente a los medios es un pacto, o el inicio de un proceso de pactar con la sociedad, pedir excusas porque ellos reconocen que han cometido delitos horribles y saben que en muchos casos merecen justicia y saben, que muchos de ellos no van a salir del centro penal nunca en su vida; lo que están buscando es un cierto nivel de paz para sus comunidades y por eso, ellos se están comprometiendo con la sociedad, con la iglesia y su comunidad.
–¿Qué incluye ese proceso de pacificación?
Tratar de eliminar o parar los delitos, extorsiones, sicarios y todo tipo de cosas que son parte de lo que no negocian los mareros y eventualmente, pactar entre ellos para parar la matanza entre ellos. Es un proceso que tiene muchas fases, pero hay que dialogar y estamos dialogando, buscando la confianza y la forma de concretar sus compromisos.
–¿Para eso necesitan el comité?
Sí, porque hay que mejorar las condiciones en los centros penales. Si queremos frenar el crecimiento de estos grupos y dar oportunidades para jóvenes, tenemos que buscar posibilidades de la reintegración de ellos, tener un mejor diálogo con las víctimas de estas bancadas, que también merecen reconstruir sus vidas.
–¿Es cierto sector de la sociedad que ha cuestionado si este proceso de paz con las maras viene acompañado de impunidad?
Soy el secretario de Seguridad Multidimensional, miembro de la Comisión de Reforma a la Seguridad Pública  y tengo tanta responsabilidad para mejorar la institucionalidad de la Policía, eliminar la impunidad, que tengo que negociar con mareros, pero yo veo estas cosas en su conjunto. Es muy difícil mejorar la institucionalidad de la Policía, mientras se está en casi una guerra con los grupos de delincuentes como los mareros, que son un grupo bien organizado, hay una jerarquía, una cultura, una estructura bien desarrollada. Este fenómeno empezó en los años sesenta y con el tiempo han creado una ideología, que cada quien tiene su forma de ser, su forma de hablar y su forma propia de disciplina y estructura; entonces, es muy difícil para una fuerza policial, ya sea Honduras o Los Ángeles, mejorar mientras están en una guerra diaria en la cual, la Policía tiene miedo de volver a sus casas mientras se lucha contra el fenómeno de los mareros.
–¿Qué tan grave es este problema de las maras, según los estudios de la OEA?
Hicimos un diagnóstico del sistema de seguridad de Honduras, El Salvador, Guatemala, Costa Rica y Belice y nos dimos cuenta que lo mejor de la institucionalidad y funcionamiento del sistema de seguridad en su conjunto: la cadena de seguridad, desde la prevención, hasta la reintegración y reinserción en el medio; la Fiscalía, la Policía, la Corte Suprema de Justicia, necesitan un tiempo de profesionalización que va a tomar años y que este proceso de profesionalización y mejoramiento de la institucionalidad, mientras está en un combate con narcotraficantes, por un lado, y con bandas de maras, por otro, es muy difícil y casi imposible; es como mejorar las Fuerzas Armadas mientras se está en una guerra. Ojalá, el proceso de pacificación podría limitar el impacto de estos grupos en Honduras y ayudar a la Policía y a la institucionalidad a mejorarse, y buscar una sociedad más sana y segura.
–Mientras se trabaja en este proceso de pacificación, en Honduras siguen ocurriendo crímenes atroces, entonces ¿cómo entender este proceso, con qué viene acompañado?
La única forma de mejorar la seguridad es con un enfoque multidimensional e integral. Hay que trabajar, por un lado, en contra de los narcotraficantes (que para mí es un fenómeno distinto y yo sé que la mara está involucrada en el narcotráfico aquí, pero esa no es su razón de ser ni su fundamento, es distinto) y, por otro lado, hay que buscar la forma de bajar la demanda de la droga, mejorar la coordinación internacional y que estos corredores no sean un flujo abierto de la droga hacia donde vaya: al norte, al sur, al este o al oeste.
–Está demostrado que las naciones solas no pueden luchar contra el narcotráfico…
Se necesita un esfuerzo interno del país, pero además se necesita un esfuerzo internacional de los países. Mientras estamos luchando contra todo esto, en Honduras hay que buscar la forma de mejorar la Policía, mejorar la coordinación con las Fuerzas Armadas, buscar la forma de que esta coordinación internacional pueda funcionar, porque no hay confianza entre las instituciones adentro de un Estado, pues imagínese qué pasará cuando se está hablando de una cooperación entre naciones a nivel internacional. Debemos buscar la forma de compartir información e inteligencia, de manera eficaz y que esta información no llegue a los criminales.
–¿Cuánto tiempo lleva trabajando en temas de seguridad en Honduras?
Tengo años trabajando como secretario de Seguridad y empecé casi, desde el inicio, con el tema de Honduras.
–Y en base a esa experiencia, ¿cree que hay condiciones para revertir los niveles de violencia en el país?
Honduras tiene una tasa de homicidios de 80 por cada cien mil habitantes, esto es más que lo que hay en una zona de combate, esto no es aceptable para nadie y es muy triste para nosotros ver a una sociedad sufrir tanto, por eso decidimos invertir nuestro esfuerzo en ayudar a Honduras a superar estos problemas. Sí hay esperanzas, sí hay condiciones, pero hay que buscar la forma de cooperar adentro y afuera, creando las condiciones para el éxito.
Para ello es necesario el esfuerzo de todas las partes del problema. Yo no voy a hablar de educación, ni salud y trabajo, pero es un círculo vicioso, sin seguridad no hay desarrollo, y sin desarrollo no hay seguridad. Entonces, hay que buscar la forma para superar esta crisis.
–¿En qué se parece este proceso de paz en Honduras con lo que hicieron en El Salvador?
Hay que entrar en esto con cierto grado de humildad, aceptando los errores que uno ha hecho en un esfuerzo, que es un proceso de aprendizaje. Estoy listo para aceptar que no hay un manual, no hay un mapeo, no hay una hoja de ruta determinada en esto. Por su naturaleza, hay que improvisar y buscar las formas para avanzar en cada contexto.
–¿Cómo fue en El Salvador?
En El Salvador comenzamos con un diálogo entre los mareros para parar la matanza entre ellos y lo que ha sido más complicado es bajar la tasa de extorsiones, el impacto en general porque un pacto entre mareros es bueno a medida logremos bajar la tasa de homicidios para que en vez de quince por día, mejor estemos a cinco por día. El ministro de Seguridad acaba de anunciar un día sin homicidios. Entiendo la frustración de algunas personas porque mientras se negocia la paz sigue habiendo extorsiones en los negocios y muertes. Es un problema.
–¿Y cómo es ese proceso en Honduras, a diferencia del de El Salvador?
Aquí es al revés, los mareros decidieron buscar un pacto con la sociedad antes para reducir el impuesto de guerra, pero eventualmente, tenemos que movernos, hay una convergencia que va a venir, que los mareros en El Salvador se dan cuenta que sin un compromiso con la sociedad, este pacto no va servir, ni va a funcionar; como aquí, sin una capacidad de pactar entre los mareros no va a servir tampoco.
–¿Lo que se construye aquí es una copia calcada de lo de El Salvador?
Es un error comparar; cada contexto es distinto, cada centro penal es distinto y cada área es diferente. En El Salvador iniciamos con un diálogo entre las maras porque hay un odio terrible entre esos grupos y han pasado 50 años matándose entre ellos. Los dos grupos se pusieron en un misma sala en El Salvador y esperamos poder lograr eso mismo aquí. Tengo la confianza.
–Al final, ¿es posible lograr el acuerdo?
Es posible, pero es distinto. No hay tregua aquí; hay acuerdo de paz entre la mara y la sociedad, hay una oferta de reducir los negocios de la mara, las extorsiones y las muertes, pero no hay un documento escrito esto es el próximo paso. Después de formar este comité sectorial, sacar un compromiso escrito de las maras con la sociedad.
–¿Hay un tiempo determinado para firmar ese acuerdo?
No hay un calendario fijo, ni tenemos un cronograma. En El Salvador tomó cinco meses lograr una reunión entre los grupos.
–Tras el compromiso del Presidente Porfirio Lobo de apoyar este proceso de diálogo, ¿qué han logrado aportar?
En conversaciones con él yo le he dicho que es un proceso muy riesgoso, no hay garantía, es largo y tomará tiempo. Habrá días que tendremos éxitos y otros días estaremos tristes, pero vamos a necesitar un enlace del gobierno, aunque esto ponga al gobierno en una situación difícil. En otros lugares, la sociedad ha dicho basta con la guerra, hay que ponerle punto final a esto y han decidido emprender la lucha.
–¿Cuál es su mensaje a otros sectores que están ajenos a este proceso de paz?
Mi llamado es que sean más humildes, más humanos y que necesitaremos paciencia. En vez de criticar sin saber lo que está ocurriendo, los llamamos a cooperar con nosotros porque estamos abiertos a expandir la discusión con la sociedad. Hay que abrir la mente y dialogar con el compromiso que algo va a cambiar y no hablar de impunidad o inmunidades o que algo quedará oculto.

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